Sunday, November 21, 2010

DETECTIVE Marc DeSOTO

En el mes de abril de 1980 conocí a Marciano Eulogio Segundo SOTO GUEVARA o simplemente “Soto” como así se lo expresábamos los compañeros de promoción que ese año ingresamos al Centro de Instrucción de la Policía de Investigaciones del Perú, situada en la Avenida Aramburu 550. Compartí con él un poco más de cerca porque ese primer año lo hicimos juntos en la misma “cuadra” o dormitorio. Nos separaba un camarote, pero no era obstáculo para no percatarme de su disciplina y especial cuidado que le ponía al cumplir “las grandes responsabilidades” que teníamos todos que realizar, como por ejemplo: tender la cama con sus dos sabanas blancas, en medio de ellas iba una frazada ploma con franjas de la bandera peruana en sus orillas, para luego ser cubierta con un cubrecama también de color blanco que debía estar completamente estirado y doblado en sus puntas debajo del colchón de espuma que soportaba nuestro cansancio y agitada vida de cadete; asimismo, había que echarle betún y lustrar los zapatos negros del “uniforme de aula”; limpiar y dejar brilloso nuestro pequeño galón de metal amarillo con un liquido llamado “brasso” y pese al cuidado, muchas veces derramamos en el suelo o en nuestros uniformes, o nos quedábamos con los dedos manchados y obviamente despidiendo un olor fuerte, penetrante y dejábamos escapar más de una nerviosa grosería. Particularmente las proferí muchas veces; sin embargo, ese galón de escasamente una pulgada de largo que ostentábamos orgullosamente sobre nuestros hombros nos identificaba como importantes personajes llamados cadetes del primer año, y con el uniforme a medio vestir procedíamos a limpiar nuestro espacio habitacional que constituía en metro y medio cuadrado de parquet incluido el espacio de nuestro ropero y la mitad de camarote; debiendo encerar el mismo y seguidamente sacarle brillo; increíblemente, todo en menos de tres minutos!. Honestamente, yo lo hice pocas veces, pero disfrutaba ver como mis compañeros, y en especial mi amigo “Soto” se esforzaba al máximo e incluso dejaba caer gotas de sudor y su uniforme de aula muchas veces terminaba mojado. Yo sonreía.
 “Soto” había entrado a la Escuela “casi” directamente procedente de su natal Chachapoyas. Nunca antes había estado en Lima, y Oficiales “charapas” como él, lo ayudaron a darle un empujoncito en su llamado a servir a la Patria en la Policía de Investigaciones. “Soto” en la Escuela se dedicó al deporte, especialmente a correr. Se levantaba casi de madrugada y salía a correr millas y millas. Participó en muchas maratones y dejó muy en alto el nombre de la Escuela. Pisciano como yo, recuerdo una oportunidad en que celebré mi cumpleaños e hice mención que también era el de “Soto”. Obviamente nos cantaron el famoso “happy birthday” y ese detalle a “Soto” lo emocionó y lo guardó en su cofre de recuerdos como hace un tiempo así me lo hizo saber.
 Los años venideros en la Escuela “Soto” se hizo conocido y querido por todos los compañeros de nuestra promoción y demás promociones de la Escuela porque “Soto” se había comprado una cámara fotográfica con la cual tomaba fotos a todos los cadetes de los diversos años juntamente con sus familiares, amigos y/o realizando diversas actividades las mismas que han quedado plasmadas en el recuerdo y en el tiempo, haciéndole seriamente la competencia al fotógrafo profesional de la Escuela, llamado cariñosamente “Socrates” , sintiendo este último celos profesionales de nuestro querido “Soto”. Hoy, nuevamente esbozo una sonrisa cuando recuerdo aquel día en que “Soto” me contó la forma en que adquirió por primera vez su cámara fotográfica y con su permiso lo hago público porque verdaderamente es un ingenio y una ayuda divina. En nuestro querido centro de instrucción, específicamente en el tercer piso había una efigie grande del Señor de los Milagros donde alumnos y cadetes íbamos a rezar y poner una vela antes de los rigurosos exámenes parciales o finales de año. Al costado de la efigie había una caja grande con una pequeña abertura en el centro de la misma que servía para poner nuestras limosnas por los favores y/o milagros recibidos. Un buen día nuestro “Soto” conversando con el Señor Todopoderoso y pidiéndole que le provea una cámara para poder trabajar, Dios lo ilumino y le dijo: “te haré un préstamo con la condición de que me devuelvas el doble”, y efectivamente así fue. Dios le prestó su caja de limosnas con el cual “Soto” compró su primera cámara, la misma que le dio sus primeros frutos, devolviéndole “Soto” a Dios lo prestado y obviamente el doble de lo pactado, con el agradecimiento que el asunto se merece.
Finalizada la época de la Escuela, todos estábamos contentos de haber egresado coma Alféreces de nuestra querida institución y esperábamos ansiosamente el fin de mes para recibir nuestro pago mensual; sin embargo, “Soto” con lo ganado, invertido y guardado se compró su primera “combi” de transporte público que hacía el recorrido por la famosa avenida Arequipa desde el Rímac hasta Miraflores; llegando a tener más de una unidad, para luego pasar al negocio de los zapatos, teniendo su propia fábrica, empleados, distribuidores. Particularmente fui uno de sus concesionarios, donde mi amigo “Soto” me enviaba hermosos modeles de zapatos de todo tipo a la ciudad de Chiclayo donde por esa fecha yo prestaba servicios y tenía una boutique donde se vendía no solamente sus calzados cuya marca “opium” dejó huella en propios y extraños. Mi agradecimiento para “Soto” y espero poderle pagar tanta generosidad, incluido intereses y pagos retrasados.
“Soto” también incursionó en los negocios de telefonía y restaurantes. Su visión de negocios traspasó fronteras. Desde hace unos años vive en Miami y adoptó el nombre de Marc DeSoto. Verdaderamente le asienta ese nombre. Suena muy negociable. Suena muy italiano. Ahora, dedicado al mundo maderero y después de unas vacaciones en Europa, acaba de retornar de China donde ha ampliado lo suyo. Próximamente estará abriendo mercado en la costa oeste del pacifico.
Simplemente, “Soto” es un ejemplo de constancia y persistencia. “Soto” es de aquellos miles de peruanos que se han forjado de la nada. Hoy el mundo está a sus pies. “Soto” es un triunfador;  sin embargo, es la misma persona humilde, cariñosa y considerada como lo fue con sus amigos en la Escuela de Oficiales de la Policía de Investigaciones del Perú. El se fue al retiro de Teniente a su solicitud, obviamente la Policía perdió un gran valor, pero el Perú y el mundo ganaron al hombre que es ahora y que seguirá siendo hasta el fin de sus días. Gracias “Soto”.
Afectuosamente
Luis Fares Yunis Herrera

1 comment:

  1. Así es amigo Luis Fares, trabaje con Soto en el IV Sector PIP del Rímac, y la verdad casi no paraba en la oficina ya q siempre estaba moviendo su negocio, traía sus calzados "Opium" para ofrecer a los colegas y me contaba sus proyectos, Fuimos muy amigos con el "Pelado" y no me sorprende saber q esta en muy buena posición económica y empresarial. Un abrazo. Rafael Zegarra Grados.

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