Tuesday, June 5, 2012


HISTORIAS VERDADERAS DE HEROES VERDADEROS


El año de 1979 fue convulsionado en el Perú desde toda perspectiva. Políticamente, la Asamblea Constituyente promulga una nueva Constitución, y es por la misma que juramentó Ollanta Humala, pese a que la vigente es del 1993. También ese año las evidencias de espionaje que Chile hizo en el territorio nacional concluyó con el fusilamiento por traición a la patria del Suboficial de la Fuerza Aérea Julio Vargas Garayar. Económicamente, había toda una revolución por cuanto la Constitución de 1979 fue la primera en el Perú, en tratar sistemáticamente los aspectos económicos. Antes, si bien se habían tocado elementos correspondientes a la materia económica, se hizo de manera inorgánica. La Carta de 1979 lo haría de modo sistemático en el Título III, al que se denomina Régimen Económico. Esto provocó en lo doctrinario, el inicio de la utilización del término constitución económica. 

Policialmente el crimen no cesaba, por lo tanto, los agentes de la Policía de Investigaciones no cesaban en su especialización, especialmente los de la División de Investigación de Robos, conocida como la “brigada de robos”, cuyo Director por aquel año era el Coronel PIP, don Alberto ZEVALLOS ALE. Su segundo en el mando era el también conocido, Coronel PIP, don Froilán PALACIOS HERNÁNDEZ. Ambos extraordinarios pesquisas en el campo de la Investigación Criminal.

Particularmente me encontraba honrada prestando servicios en esa unidad especializada siguiendo las pautas y órdenes de tan brillantes jefes. Entre una de las investigaciones que me fueron decretadas, recuerdo la pesquisa de una denuncia por Delito Contra el Patrimonio (Robo), con el "cuento de la comadre”, perpetrado en agravio de la propiedad de una pareja policial que prefiero mantener sus nombres en reserva. La Inspección Técnico Policial que hiciera en el domicilio de los agraviados me permitió observar que habían “vaciado” toda la casa, incluyendo finas joyas, pero, también pude examinar que no se había ejercido violencia sobre cerraduras y puertas de acceso.

Después de perennizar los acontecimientos procedimos a la evaluación y formulación del plan de trabajo, entre ello, la confección de “Identi-form” de las joyas. Esto constituía un trabajo minucioso que se hacía a cargo de un perito joyero, entre ellos recuerdo al Sr. Gambini, que trabajaba en la misma unidad policial y que era el encargado de  dibujar exactamente las joyas en forma individual teniendo como base la descripción hecha por sus propietarios y sus respectivas tasaciones. Seguidamente, estas descripciones  en papel las repartíamos estratégicamente a comerciantes del rubro. De igual manera, otro grupo de detectives procedía a levantar los “idéntikit” o retrato hablado de los sospechosos. Por versión de la empleada del hogar, conocíamos que dos “féminas” habían tocado la puerta del domicilio agraviado y so pretexto de que una de ellas era amiga y “comadre” de la propietaria, la trabajadora les había abierto la puerta a insistencia de que una de ellas “la comadre” tenía urgencia de usar el baño.

Con ambos resultados: “Identikit” e “identi-form” procedimos al manejo de informantes y confidentes. El resultado no se haría esperar. Llegó a mí información de que unas joyas y piedras preciosas de esas características había ingresado al penal de mujeres de Chorrillos, hoy “Santa Mónica” y que habían sido entregadas a la interna Norma Moncada Herrera, que por esas coincidencias de la vida policial yo había capturado un año antes por otro delito contra el patrimonio. La información era casi precisa por cuanto la confidente en cuestión también estaba recluida en el mismo pabellón de ese penal. Es importante señalar en este punto que las Divisiones Especializadas de nuestra Policía de Investigaciones manejaba un presupuesto para el pago de informantes y confidentes el que se hacía responsablemente y por eso los resultados no se hacían esperar.  

Asimismo se obtuvo información que las joyas las ingresaban en los días de visita; hecho que contaba con la participación de las hijas de la interna, incluso en el interior del penal se tranzaban (acordaban) los precios con otra fémina que era la reducidora y que llegaba al penal so pretexto de visita, solo para realizar estas acciones ilícitas.

Montado el operativo para desarticular a toda la banda, fui ingresada al penal de mujeres como una reclusa más, incluso fui “fichada” y asignada a un pabellón cerca de donde se desarrollaban las acciones ilegales. No puedo olvidar el rostro del encargado de mi “fichaje” cuyo apellido era Valenzuela apodado “manotas” por cuanto se requería de una especial dosis de coraje y espíritu combativo para finalizar tus investigaciones con éxito, aun a expensas del peligro que conllevaba ingresar a un centro de reclusión. Previamente se habían hecho las coordinaciones con la directora del penal por cuanto yo llevaba conmigo una radio de corto alcance (walkie – talkie) para accionarlo en el momento oportuno.

Reducida en el penal y camuflada para aquellas ocasiones, conforme lo aprendido en el Centro de Instrucción de la Policía de Investigaciones de Aramburu 550, me limitaba a obedecer las reglas y seguirles la corriente a las internas. Afuera del penal, expectante y atento, cubría guardia mi pareja de servicios por quien guardo un buen recuerdo, el Sargento PIP Rodolfo MEZA VALDIVIA; así también, se hallaba atento en el interior de la camioneta policial conocida como “la burra” el Alférez PIP David CALDERÓN PORTURAS. Todos ellos premunidos con walkie – talkies a la espera de mi señal.

Cuando llegó el momento de las visitas y luchando contra mi adrenalina, fijé mí mirada en mi objetivo y efectivamente corroboré la información proporcionada por la confidente. Observé como la interna Norma Moncada le hacía entrega de unas joyas a una de sus hijas, la cual estaba gestando y por lo cual informe que debíamos tomar las precauciones del caso para la intervención propiamente dicha. Seguidamente, recibí la orden de que me constituya antes de la hora del término de visita a la oficina de identificación, donde me despojé del mandil de interna, me puse rápidamente mi ropa y salí con la visita, conjuntamente con todas las integrantes del  "CUENTO DE LA COMADRE".

Sin perderles el rastro, pudimos observar que a unos cuantos metros del penal, éstas entregaban su botín a una tercera a cambio de dinero. Es en ese preciso momento que a una sola señal procedimos a intervenir policialmente. Inicialmente, pusieron resistencia y muchas de las personas que salían del penal intentaban  agredirnos; sin embargo, llego el apoyo respectivo del Alférez Calderón Porturas a bordo de la camioneta logrando reducir a todas las integrantes de la banda que por aquellos tiempos asolaba la capital utilizando diversas modalidades y “cuentos”.

Continuando con las pesquisas se logró la recuperación de muchos bienes de los denunciantes; asimismo, la “banda” en su totalidad salió en los diversos medios de comunicación y muchos agraviados reconocieron en ellas que habían sido timados y obviamente víctimas de delitos contra el patrimonio. Se finalizó con el Atestado Policial respectivo, que por aquel tiempo tenía carácter de prueba y denuncia directa al juez, toda vez que no existía el Ministerio Público.

Lo sarcástico y punzante de esta investigación es que tanto madre e hijas fueron a dar todas al mismo penal, lo cual constituye una pena; sin embargo, ruego que esta casuística no sólo nos permita aprender lo importante que es la operatoria de la investigación criminal, sino, que nos permita ser mejores padres y mejores hijos.

Con Honor y Lealtad  

Stephie (Promocion EA-PIP 80)

Version editada por el May. Pnp (r) Luis Yunis

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