HISTORIAS VERDADERAS DE HEROES VERDADEROS
El año de 1979 fue convulsionado en
el Perú desde toda perspectiva. Políticamente, la Asamblea Constituyente
promulga una nueva Constitución, y es por la misma que juramentó Ollanta
Humala, pese a que la vigente es del 1993. También ese año las evidencias de
espionaje que Chile hizo en el territorio nacional concluyó con el fusilamiento por traición a la patria del
Suboficial de la Fuerza Aérea Julio Vargas Garayar. Económicamente, había toda una revolución por cuanto la Constitución de 1979 fue la primera en el Perú, en tratar
sistemáticamente los aspectos económicos. Antes, si bien se habían tocado
elementos correspondientes a la materia económica, se hizo de manera
inorgánica. La Carta de 1979 lo haría de modo sistemático en el Título III, al
que se denomina Régimen Económico. Esto provocó en lo doctrinario, el inicio de
la utilización del término constitución económica.
Policialmente el crimen no cesaba, por lo tanto, los agentes
de la Policía de Investigaciones no cesaban en su especialización,
especialmente los de la División de Investigación de Robos, conocida como
la “brigada de robos”, cuyo Director por aquel año era el Coronel PIP, don
Alberto ZEVALLOS ALE. Su segundo en el mando era el también conocido, Coronel
PIP, don Froilán PALACIOS HERNÁNDEZ. Ambos extraordinarios pesquisas en el
campo de la Investigación Criminal.
Particularmente me encontraba honrada prestando servicios en esa unidad
especializada siguiendo las pautas y órdenes de tan brillantes jefes. Entre una
de las investigaciones que me fueron decretadas, recuerdo la pesquisa de una
denuncia por Delito Contra el Patrimonio (Robo), con el "cuento de la comadre”,
perpetrado en agravio de la propiedad de una pareja policial que prefiero
mantener sus nombres en reserva. La Inspección Técnico Policial que hiciera en
el domicilio de los agraviados me permitió observar que habían “vaciado” toda
la casa, incluyendo finas joyas, pero, también pude examinar que no se había
ejercido violencia sobre cerraduras y puertas de acceso.
Después de perennizar los acontecimientos procedimos a la evaluación y
formulación del plan de trabajo, entre ello, la confección de “Identi-form” de
las joyas. Esto constituía un trabajo minucioso que se hacía a cargo de un
perito joyero, entre ellos recuerdo al Sr. Gambini, que trabajaba en la misma
unidad policial y que era el encargado de
dibujar exactamente las joyas en forma individual teniendo como base la
descripción hecha por sus propietarios y sus respectivas tasaciones.
Seguidamente, estas descripciones en
papel las repartíamos estratégicamente a comerciantes del rubro. De igual
manera, otro grupo de detectives procedía a levantar los “idéntikit” o retrato
hablado de los sospechosos. Por versión de la empleada del hogar, conocíamos
que dos “féminas” habían tocado la puerta del domicilio agraviado y so pretexto
de que una de ellas era amiga y “comadre” de la propietaria, la trabajadora les
había abierto la puerta a insistencia de que una de ellas “la comadre” tenía
urgencia de usar el baño.
Con ambos resultados: “Identikit” e “identi-form” procedimos al manejo
de informantes y confidentes. El resultado no se haría esperar. Llegó a mí
información de que unas joyas y piedras preciosas de esas características había
ingresado al penal de mujeres de Chorrillos, hoy “Santa Mónica” y que habían
sido entregadas a la interna Norma Moncada Herrera, que por esas coincidencias
de la vida policial yo había capturado un año antes por otro delito contra el
patrimonio. La información era casi precisa por cuanto la confidente en
cuestión también estaba recluida en el mismo pabellón de ese penal. Es
importante señalar en este punto que las Divisiones Especializadas de nuestra
Policía de Investigaciones manejaba un presupuesto para el pago de informantes
y confidentes el que se hacía responsablemente y por eso los resultados no se
hacían esperar.
Asimismo se obtuvo información que las joyas las ingresaban en los días
de visita; hecho que contaba con la participación de las hijas de la interna,
incluso en el interior del penal se tranzaban (acordaban) los precios con otra
fémina que era la reducidora y que llegaba al penal so pretexto de visita, solo
para realizar estas acciones ilícitas.
Montado el operativo para desarticular a toda la banda, fui ingresada al
penal de mujeres como una reclusa más, incluso fui “fichada” y asignada a un
pabellón cerca de donde se desarrollaban las acciones ilegales. No puedo
olvidar el rostro del encargado de mi “fichaje” cuyo apellido era Valenzuela
apodado “manotas” por cuanto se requería de una especial dosis de coraje y
espíritu combativo para finalizar tus investigaciones con éxito, aun a expensas
del peligro que conllevaba ingresar a un centro de reclusión. Previamente se
habían hecho las coordinaciones con la directora del penal por cuanto yo
llevaba conmigo una radio de corto alcance (walkie – talkie) para accionarlo en
el momento oportuno.
Reducida en el penal y camuflada para aquellas ocasiones, conforme lo
aprendido en el Centro de Instrucción de la Policía de Investigaciones de
Aramburu 550, me limitaba a obedecer las reglas y seguirles la corriente a las
internas. Afuera del penal, expectante y atento, cubría guardia mi pareja de
servicios por quien guardo un buen recuerdo, el Sargento PIP Rodolfo MEZA
VALDIVIA; así también, se hallaba atento en el interior de la camioneta
policial conocida como “la burra” el Alférez PIP David CALDERÓN PORTURAS. Todos
ellos premunidos con walkie – talkies a la espera de mi señal.
Cuando llegó el momento de las visitas y luchando contra mi adrenalina,
fijé mí mirada en mi objetivo y efectivamente corroboré la información
proporcionada por la confidente. Observé como la interna Norma Moncada le hacía
entrega de unas joyas a una de sus hijas, la cual estaba gestando y por lo cual
informe que debíamos tomar las precauciones del caso para la intervención
propiamente dicha. Seguidamente, recibí la orden de que me constituya antes de
la hora del término de visita a la oficina de identificación, donde me despojé
del mandil de interna, me puse rápidamente mi ropa y salí con la visita,
conjuntamente con todas las integrantes del "CUENTO DE LA COMADRE".
Sin perderles el rastro, pudimos observar que a unos cuantos metros del
penal, éstas entregaban su botín a una tercera a cambio de dinero. Es en ese
preciso momento que a una sola señal procedimos a intervenir policialmente.
Inicialmente, pusieron resistencia y muchas de las personas que salían del
penal intentaban agredirnos; sin
embargo, llego el apoyo respectivo del Alférez Calderón Porturas a bordo de la
camioneta logrando reducir a todas las integrantes de la banda que por aquellos
tiempos asolaba la capital utilizando diversas modalidades y “cuentos”.
Continuando con las pesquisas se logró la recuperación de muchos bienes
de los denunciantes; asimismo, la “banda” en su totalidad salió en los diversos
medios de comunicación y muchos agraviados reconocieron en ellas que habían
sido timados y obviamente víctimas de delitos contra el patrimonio. Se finalizó
con el Atestado Policial respectivo, que por aquel tiempo tenía carácter de
prueba y denuncia directa al juez, toda vez que no existía el Ministerio
Público.
Lo sarcástico y punzante de esta investigación es que tanto madre e
hijas fueron a dar todas al mismo penal, lo cual constituye una pena; sin
embargo, ruego que esta casuística no sólo nos permita aprender lo importante
que es la operatoria de la investigación criminal, sino, que nos permita ser
mejores padres y mejores hijos.
Con Honor y Lealtad
Stephie (Promocion EA-PIP 80)
Version editada por
el May. Pnp (r) Luis Yunis
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